
No me pude quedar a escuchar al jurado. Lo aclaro, pero no tengo ninguna duda que las palabras iluminadas de Ana Torrejón valieron la pena y borraron cualquier sombra de duda sobre el por qué del veredicto final.
No me sorprendió cuando al otro día me enteré que el primer premio había quedado en manos de Inés Pujolar. Su aproximación al volumen, impuesta hace unos años entre diseñadores “futuristas” tales como Nicolas Ghesquiere de Balenciaga o Alexander Mc Queen –en otra modalidad- marca, tal como dijo Ana (me contaron) que las mujeres estamos ganando espacio. El tono un tanto dramático de la egresada de la Escuela de Pablo Giménez, sumado a una interesante investigación y muy buena confección le valió el pasaje a la Pasarela de Cibeles y el profuso reconocimiento que implica el premio en este pequeño ámbito.
Sin embargo, lo que llamó mi atención –lo comentábamos con Mónica, sentadas en la first row como si de la NYFW se tratara- fue el increíble parecido entre todas las colecciones. Si bien el sello de cada institución de enseñanza estaba marcado a fuego, me resultó extraño que todas hayan creado dentro de una misma tendencia: la elegancia clásica, los tonos sombríos, los paños, la seriedad… ¿Será que esa “mujer uruguaya contemporánea” en la que debían inspirarse derivaba en estas prendas, o que realmente se vive la “tendencia crisis”?
De todos modos, el nivel me pareció bueno y parejo. Agradecí la propuesta de Carla Bucchino (segunda ganadora), que sentí más cercana generacionalmente y por tanto más cercana a una mujer real. Creo que Coki Romero, pese a sus escasos años de edad, se va perfilando como una diseñadora conceptual, incansable, y guerrera y sensible en sus justas medidas. Ambas Estefanías todavía nos van a aportar mucho, cada una desde su estilo, se nota.
Y más allá de las puestas concretas, comparto los comentarios de Lechu sobre la necesidad de crecimiento del evento. Lo viví personalmente cuando, al llegar, se me acercaron dos fashionistas de ley, ávidos por entrar, que debieron permanecer tras la valla por no contar con invitación. Esto refuerza con alegría mi percepción de que el terreno del diseño de indumentaria en Uruguay es aun fértil, y que quienes estamos en él, sin importar el rol, debemos continuar plantando.